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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Cuáles son las causas de la obesidad infantil

Cuáles son las causas de la obesidad infantil

Obesidad infantil

La obesidad constituye un problema de salud pública y es uno de los padecimientos epidémicos de los países desarrollados,

En los países en desarrollo la población más afectada es la de clase media.

Existen dos creencias populares que conspiran para una buena alimentación de los niños. Una de ellas dice que la "gordura" en los niños es sinónimo de salud, y la otra creencia dice que con la edad los niños reducirán de peso.

Para evitar la obesidad es conveniente que desde los primeros meses de la vida los niños adquieran un buen hábito alimentario.

Es común que se piense que será transitoria y tan solo una expresión del crecimiento y desarrollo del individuo, desafortunadamente esta opinión no solo es aceptada por la mayoría de las personas, sino por algunos médicos, que no le dan la debida importancia cuando la detectan.

La edad de aparición en un 50 por ciento de los casos es antes de los dos años, el resto se observa en los periodos de mayor crecimiento, particularmente en la pubertad y adolescencia.

En la práctica médica institucional como en la privada, cada día es más frecuente enfrentarse a niños y adolescentes, que generalmente provienen de clase media y alta.

La obesidad está asociada a 300 mil muertes por año.

Aproximadamente un 80 por ciento de los adolescentes obesos lo seguirán siendo durante el resto de su vida, menos del cinco por ciento de los adultos que pierden peso son capaces de mantenerse en su peso ideal durante cinco años después del tratamiento y seis por ciento recupera el peso perdido en los primeros seis a doce meses.

La obesidad contribuye entre otras causas a incrementar la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, alteraciones esqueléticas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia e inadaptación psicosocial entre las más importantes.

¿Qué se entiende por obesidad?

La palabra obesidad deriva del latín obesus que quiere decir "Persona que tiene gordura en demasía".

Se caracteriza por la acumulación y almacenamiento excesivo de grasa, principalmente en el tejido adiposo.

Se manifiesta por un incremento de peso mayor al 20 por ciento del peso ideal esperado por la edad, la talla y el sexo.

En los niños, una forma práctica, aunque no exacta, para calcular el peso a partir de los dos años de edad y hasta los cinco, resulta de multiplicar la edad en años por dos más ocho (niño de tres años=3 x 2 + 8=14 kg.) Estos factores tienen que ser cuidadosamente comparados cuando se analiza la obesidad en los niños y adolescentes.

En la mayoría de los casos el médico, los padres y el niño están más preocupados por los problemas sociales que la obesidad origina, que por las alteraciones y complicaciones metabólicas que ésta puede ocasionar.

¿Cuáles son las causas por la que mi hijo puede ser obeso?

La obesidad durante la infancia y adolescencia es el resultado de una compleja interacción entre los factores genéticos, psicológicos, ambientales, y factores socioeconómicos.

Factores como el estado de salud y el ambiente en que se desarrolla el niño, juegan un papel principal en la génesis de la obesidad.

Factores predisponentes para que un niño se convierta en obeso son: que los padres sean gordos, inadecuados hábitos de alimentación en la familia, es más frecuente cuando la madre es la obesa, en virtud de que ella es la que convive mayor tiempo con el niño.

Actitudes sedentarias como comer golosinas delante del televisor, en el automóvil y durante los juegos de salón o de mesa la favorecen.

¿Cómo se manifiesta la obesidad?

La creencia de los padres y de algunos médicos de que el lactante obeso es sinónimo de salud es falsa.

Inicialmente el aumento de peso es paulatino y progresivo, los padres están contentos porque su hijo se ve sano, después regordete y por último gordo cuando ya sobrepasó el 20 por ciento de su peso ideal.

Son niños por lo general pasivos, reprimidos, tímidos, su gran apetito obedece a una actitud de escape, comen de manera compulsiva, tienen bajo rendimiento escolar y deportivo. Su tez rubicunda, rollizo o rechoncho.

¿Puede afectar psicológicamente la obesidad a un niño?

Sí, la capacidad del niño para discriminar entre el hambre y otras necesidades o afectos se desarrolla en la experiencia recíproca al lado de su madre.

Cuando la madre alimenta al niño en respuesta a demandas que no son nutricionales, como ternura, enojo o miedo, él no podrá diferenciar entre lo que es el hambre y estar molesto. Esto provocará una sobrealimentación y la confusión ante las demandas afectivas del niño, que no le permitirán tener una claridad de sus necesidades, lo que generará mayor inseguridad.

El niño y adolescente obesos muestran poca tolerancia a las actitudes de sus compañeros y familiares en relación con su aspecto y aceptación, muy pronto se sienten marginados y rechazados, los insultos de sus compañeros pueden ser destructivos.

Esta condición se exacerba en los adolescentes en los que coincide con los cambios físicos propios de su edad. Ser obeso o tener ligero sobrepeso, esta fuera de moda.

El cuerpo obeso puede representar una protección, un caparazón, una barrera o una máscara como defensa para protegerse de su inseguridad, dependencia y ansiedad.

¿Cómo puede provenir la obesidad en mi hijo?

A través de modificar los hábitos nutricionales de la familia, principalmente en los padres, quienes a pesar de no ser obesos deben vigilar estrechamente la alimentación de sus hijos y limitar el consumo exagerado de alimentos.

El ejemplo de qué alimentos, cómo y cuándo es la mejor forma para educar a los hijos. Ya que compartir los alimentos constituye una actividad social y trascendente en la relación familia, esta oportunidad debe aprovecharse para prevenir la obesidad infantil y evitar llegar al tratamiento que es muy complejo y prolongado.

Alimentar adecuadamente a los niños desde su nacimiento y durante los primeros años de vida, es la mejor forma de impedir que aparezca la obesidad. desde los primeros meses de la vida se identifican los sabores, se conocen los alimentos, sus texturas, se adquieren los hábitos de alimentación, se marcan los gustos y las preferencias por los alimentos.

Mediante la alimentación al pecho materno (libre demanda) el niño consume lo que necesita, mientras que con el biberón se tiende a alimentarlo de más, lo que puede ser el inicio de la obesidad y un mal hábito.

La adecuada introducción de alimentos diferentes de la leche materna entre los cuatro y seis meses de edad es indispensable para prevenir la obesidad, iniciar con un solo alimentos; ofrecerlo por dos o tres días seguidos para conocer si tolerancia; no mezclar alimentos; no forzar su aceptación; ofrecer primero los sólidos y después los líquidos; incrementar progresivamente la cantidad ofrecida; promover el consumo de alimentos naturales, prepararlos sin la adición de condimentos y especies; ofrecer alimentos en textura adecuada para la edad, primero papillas, seguidas de picados y trozos.

Hay que recordar que la alimentación en un hábito por lo que deberá adaptarse al horario y al menú familiar, lo que favorece socialización y aprendizaje.

Durante los dos primeros años de vida se genera en los niños el hábito alimentario, a través de cómo, cuándo, dónde y con quién se come.

Reglas para la alimentación, como horarios fijos específicos para los tiempos de comida, determinar el lugar para el consumo de alimentos, indicar cuál es el comportamiento que se debe tener en la mesa, promover una masticación adecuada y marcar el tiempo disponible para el consumo de alimentos, entre otras, serán las bases de los hábitos de alimentación.

Utilizar algunos alimentos y principalmente las golosinas como premios no es conveniente, ya que se encuentran fuera de las reglas, esto puede originar que el niño empiece a tener una preferencia marcada por estos alimentos, al relacionarlos con actos y conductas que ante sus padres fueron positivos.

Ahora señalaremos su tratamiento y la importancia de la participación de los padres en el manejo integral del niño obeso.

¿Cómo puede participar en el tratamiento de la obesidad los padres con su hijo?

El tratamiento del paciente obeso es multidisciplinario. Ante la sospecha de sobrepeso un hijo debe consultar al médico lo antes posible, quien a su vez se apoyará en el endocrinólogo pediatra, nutriólogo, paidopsiquiatra, gastroenterólogo pediatra y psicólogo, para manejarlo integralmente.

Los padres deben vigilar que el niño al bajar de peso no presente alteraciones en su crecimiento y desarrollo, no causarle alteraciones metabólicas, disminuir el apetito y tratar de evitar los problemas psicológicos, objetivos todos ellos que se persiguen durante el tratamiento.

Una forma práctica para lograrlos es a través de los siguientes pasos:

Cambiar el hábito alimentario del niño y la familia.
Dieta adecuada para su etapa de crecimiento y desarrollo.
Ejercicio y actividad física rutinaria.
Participación activa de los padres y la familia.

1.- Educar a un niño y modificar los hábitos alimentarios familiares, no es tarea fácil, sin embargo se pueden utilizar diferentes técnicas que lo harán más sencillo, y que a continuación recomendamos:

a) Control diario. Consiste en que el niño lleve un registro semanal del consumo de alimentos, especificando la cantidad de cada uno de ellos, así como la actividad física que realiza y por cuánto tiempo.

Evitar las actividades que condicionan el consumo de alimentos fuera de los horarios de comida, como el ir de compras al supermercado antes de haber comido.

Consumir alimentos que por costumbre se acompañen de otros hipercalóricos, como hamburguesas con papas y refresco, pizzas, hot dogs y especialmente lo que se conoce como "comida rápida".

Comprometer al niño en la observación de su dieta y actividad física, lo hará más responsable y consciente de su problema.

b) Modificar los hábitos dietéticos: Es la etapa más difícil de lograr, ésta puede conseguirse al reforzar los buenos hábitos, como la masticación, el comer despacio, disminuir la cantidad de alimentos, balancear la dieta, evitar las golosinas, tomar agua en lugar de refrescos, no realizar otra actividad simultánea como ver la televisión o distraerlo con juguetes, cambiar los hábitos de toda la familia, plantear metas semanales para evaluarlas e incrementar la actividad física diaria.

Durante el tiempo que el niño esté bajo un régimen dietético y acuda a un evento infantil (fiestas, kermesse, etc.) deberá recomendarle que podrá comer y reforzar su conducta ante cualquier circunstancia social, a través de felicitarlo por su comportamiento y premiarlo con un estímulo afectivo.

2.- Dieta adecuada: Bajo prescripción médica se aportarán los requerimientos calóricos diarios del niño, de acuerdo a su etapa de crecimiento y desarrollo.

Es conveniente sugerir los alimentos que habitualmente se consumen y particularmente aquellos que más le agradan al niño, así el médico podrá seleccionar de ellos aquellos que sean adecuados para la nueva dieta.

En la medida de lo posible y de acuerdo con su edad individualizar la dieta, fraccionarla en las comidas del día y de preferencia con el sistema de intercambios para elegir alimentos. Recordar que la prescripción dietética es sólo una parte del tratamiento nutricio.

Las dietas muy bajas en calorías no están indicadas para niños ni adolescentes, generalmente son dietas que se emplean por periodos muy cortos y que no modifican la conducta alimentaria, lo que tampoco se recomienda en niños. No olvidar que el niño pertenece a un entorno social en el que la alimentación juega un papel trascendental.

Los malos hábitos alimentarios de los padres los aprenden los hijos, agregar sal antes de probar los alimentos usar azúcar en exceso, condimentos, salsas y aceites, son algunos de los ejemplos que durante las comidas del día, el niño adquiere, inicialmente por imitación y que posteriormente repite, lo que generará un mal hábito para su vida futura.

3.- Ejercicio rutinario.- Este favorece el gasto de energía y contribuye a disminuir de peso.

Incorporar al niño y adolescente a la actividad física diaria es un principio indispensable. Se recomienda que esta actividad la realice acompañado de los padres, hermanos o amigos con una frecuencia de 3 a 5 días por semana, iniciarlo con una duración de 15 minutos e incrementarlo hasta una hora. Actividades como caminata, natación, ciclismo, o bien, algún deporte de interés y diversión para el niño como jugar futbol o patinar son siempre un ejercicio. Por otra parte, se debe propiciar la actividad física diaria en casa, tratar de caminar más, subir escaleras en lugar de utilizar elevador y andar en bicicleta.

Disminuir las actividades sedentarias por largos periodos, como son ver televisión, usar la computadora y juegos de video.

4.- Participación de los padres.- Esta es la acción más importante de todo el tratamiento. De los padres depende en gran medida el tipo, cantidad y la preparación de los alimentos que comerá el niño. Es muy útil modificar los hábitos alimentarios de toda la familia, no comprar alimentos que el niño no puede consumir, utilizar platos pequeños, ofrecer porciones pequeñas, mantener los alimentos fuera de la vista del niño y educar con el ejemplo.

En ocasiones los padres condicionan indirectamente la obesidad de sus hijos, al ofrecer alimentos para distraer la atención de los niños, les brindan golosinas en los momentos en que están "ocupados" y no pueden atenderlos o los premian con pasteles, dulces, chocolates y helados.

Convivir durante la alimentación del niño, poner límites y compartir los alimentos en familia, favorece el instituir buenos hábitos.

A partir de la edad escolar es conveniente hacer responsable al niño de seguir las recomendaciones de la dieta, siempre supervisado por los padres, quienes deben estar convencidos y de mutuo acuerdo con todas las medidas que se llevarán a cabo para alcanzar el éxito del tratamiento.

"Recordar que la alimentación es un hábito que se adquiere en el seno familiar"





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lunes, 6 de junio de 2016

Cómo agregar bebidas a nuestra dieta

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Cómo agregar bebidas a nuestra dieta

 Las Bebidas y la Obesidad

En la actualidad, el consumo y diversidad de bebidas va en aumento. Muchas de éstas aportan calorías, que ni siquiera tomamos en cuenta como parte de la ingesta diaria.

Estas calorías que aportan los líquidos se suman a las calorías provenientes de los alimentos de la dieta y contribuyen al consumo excesivo de energía, que está relacionado con la aparición de sobrepeso, obesidad y diabetes.

Además, los líquidos tienen en general poco poder de saciedad y despiertan pobres mecanismos dietéticos de compensación. 

Los estudios que se han realizado sobre el apetito indican que los líquidos tienen menor capacidad de producir saciedad (sensación de llenura), que los alimentos sólidos. 

El cuerpo no registra el consumo de líquidos, por lo tanto, no registra las calorías que éstos aportan y no se produce ningún efecto de regulación para la siguiente comida.

Es de esperarse entonces, que el consumo de bebidas que contienen calorías se vincule con la sobrecarga de calorías que están consumiendo algunas personas y sus efectos en la aparición del sobrepeso y las enfermedades relacionadas con esta alteración.

¿Como agregarlas a nuestra dieta?

En una dieta saludable los líquidos consumidos no tienen porqué proporcionar calorías, ni servir para cubrir necesidades nutritivas, pues para eso están los alimentos.

El fin del agua potable, así como el de la mayoría de las bebidas, es que se utilicen para satisfacer los requerimientos hídricos de las personas.

En virtud, del aumento del sobrepeso, obesidad y diabetes y de la proliferación en el mercado de las bebidas, se han establecido recomendaciones para el consumo de bebidas. 

A continuación se presentan las recomendaciones de acuerdo al tipo de bebidas:

Grupo I: Agua

El consumo de agua es necesario para el metabolismo, para las funciones fisiológicas y puede aportar minerales esenciales. 

La falta de agua en el cuerpo puede afectar los procesos cognitivos, provoca cambios de ánimos, disminuye la regulación térmica, reduce la función cardiovascular y afecta la capacidad para el trabajo físico. Además, la deshidratación crónica aumenta el riesgo de tener cálculos en los riñones y cáncer de vejiga. 

El agua potable carece de efectos adversos, por esta razón se considera la elección más saludable para logar una adecuada hidratación.

Grupo II: Leche baja en grasa y sin grasa, bebidas de soja sin azucar adicionada

A la leche se le atribuyen numerosos beneficios y también algunos perjuicios. 

Hay estudios que investigan la relación entre la leche y el control de peso. Sin embargo, las guías alimentarías (USDA, 2005) concluyen que aún no hay suficiente evidencia de que el consumo de leche reduzca o prevenga la ganancia de peso. De lo que si hay evidencia, es del efecto positivo del consumo de lácteos en el riesgo de fracturas. 

Por su parte, los productos que contienen soya se están desarrollando rápidamente. Se recomienda a los consumidores revisar el etiquetado nutricional y prestar atención al contenido de calorías y de azúcar, ya que muchas de ellos los contienen.

Grupo III: Cafe y Te (infusiones) sin Azucar

Infusiones (Sin agregado de azúcar): El consumo de estas bebidas ha aumentado en los últimos años, por lo que pudiera convertirse en un aporte importante de agua. Además, las investigaciones han señalado el efecto positivo que tienen los flavonoides y antioxidantes, así como los micronutrientes, que ellas contienen para la salud.

Café: A pesar de contar con números estudios sobre los efectos del café en el organismo, aún no se ha llegado a ningún consenso sobre la asociación entre el consumo de café con la disminución del riesgo de diabetes, cáncer colon y Parkinson (en hombre). Otros por el contrario, apoyan que altas dosis de café están vinculadas con el aumento del riesgo de suicidios y de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, se ha encontrado que la costumbre de hervir el café directamente en el agua y no filtrarlo primero, aumenta las concentraciones de colesterol total y colesterol LDL, ya que algunos compuestos presentes en el grano tostado, se han identificado como factores que lo elevan. 

Algunas compuestos (diterpenos) son extraídos por el agua caliente y quedan atrapados en los filtros. Por lo tanto, el café filtrado contiene muy poca cantidad de estos compuestos en comparación con los preparados sin filtrar y el café express.

En ciertas etapas de la vida, como durante el embarazo y en los adultos mayores, pueden verse afectada la sensibilidad a la cafeína. 

Se recomienda que las mujeres embarazadas limiten su consumo, dado que cantidades mayores de 300 mg por día, se ha vinculado con un aumento del riesgo de abortos y bajo peso al nacer.

También se debe resaltar, que el agregar leche, crema, azúcar, edulcorantes calóricos incrementan las calorías que aporta el café y lo hace menos recomendado para su consumo.

Grupo IV: Bebidas no caloricas con edulcorantes artificiales (cafe, te y refrescos de dietas)

Estas bebidas generalmente proporcionan agua y sabor dulce pero no energía. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que ciertos estudios asocian su ingestión con pérdida de peso, cuando se ingieren sustituyendo a otros refrescos calóricos. 

Otros autores, sugieren que el consumo de bebidas de sabor dulce (los edulcorantes tienen mucha más potencia para endulzar que la misma azúcar), pueden condicionar las preferencias por el sabor dulce y en consecuencia, la predilección por un tipo determinado de alimentos. 

Estas bebidas no se recomiendan para preescolares ni para escolares.

Grupo V: Bebidas de alto valor calorico y beneficios a la salud limitados (Jugos de frutas, leche entera, bebidas alcoholicas y bebidas deportivas)

Jugos de frutas: 
Proporcionan mucho de los nutrientes de la fruta que proceden, pero contienen en proporción bastante calorías (por el agregado de azúcar) y pueden haber perdido la fibra, así como otros nutrientes y sustancias no nutritivas presentes en el producto natural.

Las guías dietéticas americanas aconsejan que no más de un tercio de la ingestión diaria de fruta, sea en forma de jugo. 

No existe una necesidad específica para consumir jugos de fruta; se recomienda el consumo de la fruta entera por razones de saciedad y equilibrio energético y para evitar la pérdida de nutrientes y otros componentes derivados del proceso de licuado y posterior oxidación. 

Es preferible consumir entonces la fruta entera e ingerir no más de medio vaso de jugo al día.

Leche entera: 
Preserva la totalidad de la grasa, fundamentalmente grasa saturada, cuyos efectos negativos para la salud han sido ampliamente documentados. Al tener la totalidad de la grasa aporta mayor cantidad de energía, en comparación con la leche baja en grasa o descremada

Se considera que todos los individuos mayores de dos años deben reemplazar la leche entera por leche descremada o baja en grasa (1%), exceptuando aquellas poblaciones donde haya alta prevalencia de desnutrición o en comunidades muy pobres.

Bebidas deportivas: 
Están diseñadas para deportistas o atletas de competencias y su consumo no son útiles para otras personas o niños que no tengan altas demandas de energía por el ejercicio o por actividad física. 

Se recomienda su consumo de manera eventual, excepto en los casos de atletas de resistencia, ya que proporcionan energía y algunos otros nutrientes que se pierden a través del sudor.

Bebidas alcohólicas: 
Las bebidas alcohólicas tienen un aporte relativamente alto de energía. Sin embargo, cantidades moderadas proveen algunos beneficios para los adultos, sobre todo en la salud cardiovascular. Se recomienda su consumo moderado, lo que significaría no más de dos bebidas para el hombre y una para la mujer al día.

Así mismo, se recomienda a las mujeres embarazadas evitar su consumo, debido a que se ha encontrado que incluso la ingestión de bebidas alcohólicas en cantidades moderadas, se relaciona con un incremento del riesgo de defectos del nacimiento.

El alto consumo de alcohol se acompaña de otros problemas de salud significativos, como cirrosis hepática, hipertensión, accidente vascular cerebral hemorrágico, miocardiopatía, fibrilación auricular y demencia, sin contar con todos los daños que produce a la sociedad y a las familias.

Grupo VI: Bebidas con azucar y bajo contenido de nutrientes (refrescos, jugos, cafe con azucar, aguas frescas)

Se recomienda que este tipo de bebidas sólo sean consumidas esporádicamente y en proporciones pequeñas, debido a que contienen excesiva cantidad de calorías y ningún o muy bajo beneficio nutricional. 

En este grupo se incluyen las bebidas carbonatadas o no carbonatadas, café o té con leche, bebidas a base de fruta o soya, bebidas energéticas o merengadas.

En las cantidades en que se consumen estas bebidas actualmente, contribuyen de gran manera con la epidemia de obesidad y diabetes presente en nuestras poblaciones.


Dada la importancia del agua para el organismo, la poca información que existe al respecto y el alarmante aumento del consumo de bebidas calóricas se establecieron estas recomendaciones, que apuestan a un modelo adecuado de consumo de bebidas, donde predomine el consumo de agua potable e infusiones y donde el resto de las bebidas, no contribuyan con más del 10% a las necesidades de energía diaria.







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martes, 5 de abril de 2016

Cómo saber si mi placer por la comida es una adicción

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Cómo saber si mi placer por la comida es una adicción 

¿Eres un Adicto a la Comida?

La adición a la comida, como cualquier otra adicción, es una pérdida de control...

Aunque la sociedad y la clase médica han comprendido eficientemente el alcoholismo y el abuso de drogas, solo en años recientes hay igual aceptación al hecho de que las personas puedan ser adictas a la comida de la misma manera.

Cuando cualquier sustancia es ingerida por el cuerpo sin importar su potencial daño o el exceso de necesidad que el cuerpo tiene por ella, se dice que esa sustancia es abusada. 

Los individuos que abusan de estas sustancias de esa forma, son adictos. Estas personas se vuelven psicológicamente y mentalmente dependientes de ciertas sustancias, en este caso la comida.

Como determinar mi adicción:

Si puedes responder afirmativamente a cualquiera de estas preguntas es muy probable que seas adicto a la comida.

¿Comes cuando no tienes hambre o cuando te sientes triste o deprimido?

¿Comes en secreto o comes de manera diferente cuando estas solo que cuando estás en frente de otros?

¿Consumes cantidades inusuales de comida y luego te purgas con vómito o laxantes para deshacerte del exceso?

¿Hay alimentos que son dañinos para ti, pero los comes de todas formas?

¿Te sientes culpable luego de haber comido?

La Adicción a la comida es un problema que puede llegar a convertirse en enfermedad. 

Se produce cuando aparece obsesión por la comida, el peso y la imagen corporal, y es similar al alcoholismo o la drogadicción, aunque, en principio, no tiene consecuencias tan graves. 

El problema de las personas adictas a la comida es que no pueden eliminar el causante, pues una persona alcohólica o adicta a las drogas puede dejar de serlo si no vuelve a probar el alcohol o las drogas, pero cuando los alimentos se convierten en una droga, no se puede dejar de comer para siempre, por lo que las tentaciones están siempre a la vuelta de la esquina.

Para evitarlo, hay que aprender a diferenciar los alimentos más adictivos de los menos, y seguir una alimentación sana y equilibrada para no tener carencias y evitar otras obsesiones relacionadas con la comida, pues estas personas pueden desarrollar bulimia, anorexia, vigorexia, ortorexia, etc. Todo tipo de trastornos psicológicos relacionados con los alimentos.

Causas y Manifestaciones

En la adición a la comida, el individuo entiende que su manera de comer es dañina, pero continúa con el comportamiento destructivo. Este fenómeno es tanto psicológico como fisiológico.

Muchos individuos tienen lo que puede ser denominado como “alergias alimenticias”. Estas son comidas que cuando se ingieren provocan síntomas negativos y cambios en el cuerpo, pero al mismo tiempo provocan deseos. Por ejemplo, el individuo diabético, podría “enfermarse” por el consumo de azúcar, pero seguirá deseándola y comiéndola en exceso, con efectos adversos. 

Los estudios continúan observando ciertas proteínas en la leche y el trigo que cuando se ingieren producen efectos similares a los de los narcóticos. Estos químicos imitan los supresores del dolor naturales, endorfinas, y que han sido llamadas “exorfinas”. 

Es posible que los individuos que padecen depresión, baja-autoestima o soledad; encuentren alivio cuando ingieren una alta cantidad de ciertos alimentos tales como la sal o el chocolate. El inmediato bienestar desaparece dando paso a una sensación de enfermedad o de culpa, conduciendo a más depresión. 

Debido a que el adicto está fuera de control, volverá una vez más al mismo patrón de alimentación en un esfuerzo, consciente o inconsciente, por sentirse mejor. 

Los adictos a la comida provienen por igual de todas las edades, razas y géneros. Estos pueden tener sobrepeso, bajo peso y algunos peso normal. Todos ellos están unidos por su obsesión con la comida. 

Los individuos obesos sufren humillación debido al exceso de peso; pueden ser aletargados y sedentarios, incapaces de de moverse con libertad. 

Las personas con bajo peso pueden ser bulímicas; aunque comen obsesivamente, están tan temerosas de padecer sobrepeso que se inducen al vómito, toman laxantes o ejercitan compulsivamente para evitar ganar peso. También podrían alternar con periodos de anorexia, absteniéndose de los alimentos con el fin de controlar su peso, pensando constantemente en qué comer y en cuánto pesan. 

El tema de los alimentos es una miseria para estas personas; cuentan calorías compulsivamente, comiendo sin disfrutarlo.

Recuperación a conciencia

La Adicción a la comida es una condición seria con muchos efectos adversos para la salud. Obesidad, trastornos psicológicos, diabetes y unas pocas anomalías gástricas. Por supuesto, el primer paso para la recuperación es la concientización y aceptación del problema. Médicamente, los individuos deben identificar cuales alimentos —los alimentos detonadores— provocan los síntomas y deseos.

Hay alimentos a los que no podemos resistirnos, tanto que a veces no sabemos parar y acabamos con un atracón, dolor de barriga y la solemne promesa de no volver a probarlos nunca más… hasta que recaemos y volvemos a caer sin control. 

Hay comidas que enganchan, alimentos a los que no podemos resistirnos y por los que tenemos una especial predilección, como el chocolate, el queso, los dulces, las hamburguesas, etc. Estos alimentos nos hacen sentirnos culpables y rompen nuestra fuerza de voluntad, pero hay una explicación médica a esta reacción, son alimentos que estimulan los centros cerebrales, contienen sustancias químicas capaces de producir diferentes sensaciones de placer y bienestar, por eso somos más sensibles a las tentaciones cuando tenemos un día malo, mucho estrés o estamos bajos de moral.

Alimentos adictivos: ¿Quién es quién?

Hay alimentos que actúan produciendo efectos en el cerebro como lo hacen las drogas. 

Algunos tienen efectos estimulantes como el chocolate y actúan sobre los centros del placer y bienestar, otros, en cambio, son relajantes como los dulces e inciden en los receptores opiáceos. 

Hay alimentos más adictivos que otros y personas más sensibles a estos. 

En general los hombres son más vulnerables a la tentación de la carne, mientras las mujeres no resisten el dulce, pero no siempre es así. Sea cual sea tu perdición, cualquier alimento puede volverse una droga cuando pierdes el control y quieres tomarlo todos los días, hasta una sosa lechuga tiene sustancias relajantes parecidas a los opiáceos que pueden causar adicción.

Chocolate. 

Uno de los alimentos más populares en el mundo, placer de los dioses y misterio para los bioquímicos neuronales, pues produce numerosos efectos que están siendo estudiados. 

El chocolate tiene una gran cantidad de sustancias químicas que influyen en varios receptores neuronales, desde sustancias similares a los cannabinoides de la marihuana a compuestos similares a las anfetaminas. 

Su principal acción es energizante y estimulante, por su contenido en cafeína y teobromina, pero también puede calmar la ansiedad por ser rico en hidratos de carbono y grasas vegetales, y evitar la depresión gracias a la feniletilamina, una sustancia que provoca la misma sensación que el enamoramiento.

Quesos y leche. 

Después del chocolate, el queso es uno de los alimentos que más adictos produce. 

Los lácteos son uno de los alimentos imprescindibles en la alimentación diaria, pues nos aportan proteínas de alta calidad y calcio, y a pesar de su contenido en grasas saturadas, cada vez hay más estudios que demuestran que la leche ayuda a mantener el peso, y que las personas que no toman lácteos tienen más grasa corporal. 

Curioso, pero es que la leche no es sólo grasa, el calcio de la leche y algunas sustancias como el CLA (ácido linoleico conjugado) que contiene la leche de las vacas alimentadas con pasto natural, ayudan a eliminar la grasa y a prevenir la obesidad. 

En los bebes lactantes la leche materna contiene muchas sustancias con efectos psicológicos, algunas de ellas producen seguridad, sueño y un vínculo especial con la madre. 

Cuando vamos creciendo es costumbre tomar un vaso de leche caliente antes de dormir. La razón está en que la caseína, una de las proteínas de la leche, al ser digerida produce unos péptidos de naturaleza opioide, conocidos como casomorfinas, que favorecen el sueño. 

En los quesos, la cantidad de caseína es mucho más concentrada.

 En la adicción a los lácteos también intervienen factores como su sabor y la gran cantidad de variedades que hay en el mercado. Este placer del buen gourmet no tiene problema, salvo cuando nos volvemos adictos a estas exorfinas en situaciones de ansiedad o estrés. 

Añadir queso a todas las comidas o tener deseos de tomar queso, puede estar relacionado con la necesidad de calma y tranquilidad ante situaciones estresantes o cuando no podemos controlar nuestra ansiedad. Por esta razón los fabricantes de comida ofrecen variantes con queso de sus productos, porque saben el "enganche" que produce.


Café y té. 

La cafeína es un estimulante natural que ayuda a mantener la actividad y la vigilia. 

La mayoría de las personas necesitan café, té y bebidas con cafeína (guaraná, colas, etc.) para levantarse, y se vuelven dependientes de estas bebidas en cualquier momento de "bajón". 

Como todo, no tiene problema si lo consumes con moderación. 

Es típico que se tomé café o té antes de una competición para poner "chispa" en la carrera. Pero ten en cuenta que si tomas demasiada cafeína, no sólo tendrás adicción, también acabarás con problemas físicos (ansiedad, alteraciones del ritmo cardiaco, hipertensión, etc.) 

Si necesitas cafeína para mantener tu ritmo diario, puede que haya llegado la hora de plantearse un cambio, bajando el ritmo.



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martes, 1 de marzo de 2016

Cómo combatir la adicción a las comidas. Plan de 4 Niveles

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Cómo combatir la adicción a las comidas. Plan de 4 Niveles

Gloria Arenson en su libro Una sustancia llamada comida propone un ”plan a cuatro niveles“. 

Antes que nada hay que hacerse consciente de la adicción a la comida y, a partir de ahí, plantearse superar el problema.

1. Nivel físico: 

La conducta. La autora recomienda llevar un diario en que se reflejen los ”episodios de atracón“, y puntuarlos por su intensidad según una escala del uno al diez.

2. Nivel emocional: 

Los sentimientos. Con cada una de las anotaciones, hay que preguntarse qué hay en nuestras vidas que merezca una puntuación como la que se le acaba de otorgar a la comilona.

3. Nivel cognitivo: 

Los pensamientos y las creencias. Como no se ha encontrado nada que merezca esta puntuación, hay que analizar qué pensamos sobre nosotros mismos después del atracón y por qué creemos que lo actuamos así.


4. Nivel transpersonal:

La recuperación del poder. Hay que dejar de sentirse una víctima y se deben buscar las medidas para lograrlo, si se cree necesario hay que solicitar la ayuda de un especialista.






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