Cómo alimentar adecuadamente a niños de 6 a 12 meses
Alimentación en Niños de 6 a 12 Meses
En los niños menores de un año es muy importante el tipo de
alimento que se suministra, a qué edad, la forma de preparación y la cantidad,
pues esta etapa es crucial para la adquisición de buenos hábitos alimentarios y
un adecuado estado nutricional.
La selección de los primeros alimentos complementarios está
basada en la capacidad de ser aceptados y digeridos por el bebé de forma
adecuada, además de constituir fuentes de nutrientes necesarios para su
crecimiento y desarrollo y que no son capaces de adquirirse a través de la
leche materna a partir de los seis meses de vida.
Introducción paulatina
Para la introducción paulatina de los alimentos sólidos que
complementan la ingestión de leche materna deben considerarse las diferencias
de cada bebé, teniendo en cuenta algunas características como peso, desarrollo,
actividad y apetito, y que constituyen la guía para iniciar el proceso de
adaptación con alimentos diferentes a la leche dentro de su dieta. En esta
primera etapa de la alimentación es conveniente ofrecer al bebé alimentos de
textura suave en forma de papillas que ayuden a su fácil digestión, elaborados
a partir de un solo ingrediente y en cantidades muy pequeñas. Una vez que el
niño haya aceptado una clase de alimento, es recomendable esperar de tres a
cinco días para añadir uno nuevo, así como el incremento en la cantidad en
forma lenta y progresiva, de acuerdo con el apetito y la respuesta del pequeño.
La leche humana es considerada el alimento de elección
durante los seis primeros meses de vida por su impacto beneficioso en la salud
del niño, en su desarrollo, en la inmunidad y en aspectos psicológicos,
sociales, económicos y medioambientales. Ella se adapta perfectamente a las
características metabólicas, digestivas e inmunológicas del lactante, y a los
cambios que se dan en él durante esta etapa.
Seis meses
Generalmente en el mundo la introducción de alimentos se
inicia con las frutas, ya que aportan energía por ser fuentes de carbohidratos,
vitaminas como la A y la C necesarias para satisfacer los requerimientos del
bebé a esta edad, minerales, antioxidantes y fibras que garantizan la adecuada
digestión y asimilación.
Las frutas generalmente son dulces, lo que favorece que sean
aceptadas por el niño.
La incorporación de alimentos con fibra dietética está dada
por su capacidad de atraer agua, intercambiar iones y absorber la bilis. Ella
le confiere saciedad a la dieta, pues demora el vaciamiento gástrico, evita la
constipación por el aumento del volumen del bolo fecal y mejora el metabolismo
de los carbohidratos a través de su acción sobre la digestión de los almidones
y la absorción de la glucosa. Estos aspectos favorecen una adecuada
digestibilidad y asimilación de nutrientes. En Cuba se recomienda comenzar con
frutas como guayaba, piña, frutabomba, mamey, plátano, tamarindo, melón y
mango.
Los purés de frutas y vegetales tienen la particularidad no
solo de aportar los nutrientes propios y necesarios en esta etapa de la vida
del bebé, sino que pueden ser fortificados con otros como el hierro,
fundamental a los seis meses por agotarse las reservas del niño y no ser
suficientes las de la leche materna. Ello está dado por las necesidades de
crecimiento mental y físico del bebé que pueden garantizar un óptimo
desarrollo.
Los vegetales aportan vitaminas y minerales necesarios para
complementar los requerimientos del niño, de ahí que se sugiera su introducción
con vegetales amarillos, rojos y verdes, ricos en intermediarios naturales del
metabolismo de las vitaminas y en particular de la A, como es el caso de los
carotenos.
En Cuba se recomienda iniciar el suministro de vegetales con
tomate y zanahoria, no solo por su contenido en nutrientes, también por su
fácil digestibilidad, baja toxicidad y aceptación por el bebé.
Las viandas constituyen una excelente fuente energética; son
de fácil digestibilidad y ofrecen además la textura necesaria para la
preparación de las papillas recomendadas en esta etapa que facilitan la
adaptación del niño para la incorporación posterior de alimentos sólidos. Para
ello se recomienda la incorporación de papa, plátano, malanga, boniato, yuca y
calabaza, rica en betacaroteno, compuesto involucrado en el metabolismo de la
vitamina A.
Siete meses
Se introducen los cereales sin trigo, fundamentalmente
arroz, avena y maíz. Los cereales contienen almidón, tolerado y digerido perfectamente
por el niño desde los cuatro meses gracias a la acción de la amilasa
pancreática y las disacaridasas intestinales. Los cereales aportan proteínas,
minerales, vitaminas del complejo B, particularmente tiamina y ácidos grasos
esenciales. Tienen alto valor energético y pueden ser utilizados como soporte
para alimentos fortificados.
Se recomienda retrasar la introducción de cereales con trigo
en esta etapa por su composición.
El trigo contiene una proteína (gluten) que puede originar
problemas inmunológicos de intolerancia a nivel intestinal (intolerancia al
gluten) con afectaciones en la absorción de muchos nutrientes y con
posibilidades de provocar retardo en el crecimiento, bajo peso, constipación o
diarrea.
Junto con los cereales se introducen las leguminosas.
En Cuba se recomienda comenzar con frijoles negros,
colorados, bayos y chícharos. Las leguminosas -generalmente deficientes en
metionina y ricos en lisina- constituyen fuente de proteína vegetal adecuada,
que al combinarse con el arroz -cereal que generalmente tiene deficiencia en
lisina- logra complementar los aminoácidos deficitarios en cada uno de ellos, y
garantizar así un suministro proteico de calidad superior, además de constituir
otra fuente de energía en la dieta del bebé.
Con los cereales y las leguminosas se incorporan las grasas,
elemento fundamental en la nutrición humana por su aporte energético, y ser
ellas o sus intermediarios transportadores de vitaminas liposolubles como la A,
la D, la E y la K, y estar relacionadas directamente con la formación de
estructuras fundamentales como las membranas celulares.
El organismo necesita de fuentes exógenas de aceites
esenciales debido a su incapacidad para sintetizarlas, por lo que
necesariamente tienen que ser incorporadas en la dieta. Estos aceites se
encuentran relacionados con procesos vitales para el bebé como el desarrollo de
su sistema nervioso central.
Por ello en el séptimo mes de vida se incorporan aceites de
origen vegetal, sanos y ricos en estos componentes. Se recomienda el uso de
aceite de maní, soya y girasol.
Ocho meses
Se inicia la
incorporación de proteínas de origen animal como las carnes.
En este momento el bebé ya es capaz de asimilar proteínas
más complejas que las de los vegetales. Las carnes aportan -además de proteínas
de calidad por contener todos los aminoácidos esenciales y por su
digestibilidad- lípidos, minerales como hierro y zinc, y vitaminas, entre ellas
las del complejo B. Las carnes blancas como la del pollo (sin piel) es la
recomendada para comenzar por su reconocida facilidad para digerirse.
Se incorporan de forma paulatina la carne de res, otras
aves, conejo, caballo, pescado y vísceras como el hígado.
Se puede añadir en este mes a la dieta del niño la yema del
huevo, siempre cocida, rica en proteínas, grasas, ácidos grasos esenciales,
minerales como hierro y vitaminas, especialmente del complejo B.
Se incorporan además los cereales con gluten (trigo, cebada)
en forma de pan o galletas; pastas alimenticias (coditos, espaguetis, fideos) y
los jugos de frutas cítricas, retrasados en el esquema de ablactación por ser
fuente de alergenos en etapas tempranas.
Nueve meses
En este mes el niño ya mastica, por lo que pueden
administrarse frutas y vegetales en trocitos. Se incorpora la carne de cerdo
magra, más derivados de la leche como helados, o dulces caseros como flan,
natilla, arroz con leche o pudín, pero sin la clara del huevo, no asimilada aún
por el sistema enzimático del bebé y considerada además alergénica. Estos
derivados lácteos son ricos en proteínas, fósforo y especialmente calcio,
nutriente de suma importancia en el crecimiento y desarrollo del bebé por su
estrecha relación con el metabolismo del sistema óseo y su papel en la
formación de membranas celulares y contracción muscular. Está reconocido que la
leche y sus derivados constituyen la principal fuente de calcio.
Diez meses
Se adicionan otras leguminosas como judías y garbanzos,
menos digeribles que los incorporados en los primeros meses de ablactación. En
este tiempo puede añadirse a la dieta grasas de origen animal, en particular la
mantequilla.
Once meses
Puede ofrecérsele al bebé en este mes gelatinas y queso
crema, alimentos que por su contenido han necesitado de una mayor madurez
digestiva del bebé para ser procesados adecuadamente.
Doce meses
Alcanzado el año de edad, el niño puede ya complementar su
dieta con alimentos como chocolate, jamón, huevo completo (se incorpora la
clara, rica en proteína como la ovoalbúmina, de elevada calidad), otros quesos,
alimentos fritos y carnes enlatadas.
Se recomienda incorporar verduras del tipo col, coliflor y
nabo, no introducidas anteriormente por ser flatulentas, y la espinaca y la
remolacha por producir trastornos con el metabolismo del hierro como la
metahemoglobinemia.
La metahemoglobinemia no es más que la incapacidad que
adquiere el hierro de la hemoglobina para transportar el oxígeno necesario en
la hematosis. Ello puede tener un origen genético o adquirirse a través del
consumo de alimentos o aguas de pozo con cantidades elevadas de nitratos o
nitritos.
Ha sido reconocida la metahemoglobinemia del lactante como
el resultado de la ingestión de verduras que contienen nitratos en elevada
cantidad como las espinacas. Este riesgo es mayor en edades tempranas porque el
bebé en los primeros meses de vida posee una menor acidez gástrica, mayor
desarrollo de la flora intestinal nitrificante y menor actividad de la
reductasa eritrocitaria. Por estas razones, el asentamiento de bacterias en el
tramo superior del intestino delgado favorece la transformación directa de
nitratos ingeridos en nitritos.
La hemoglobina de los primeros meses de vida del bebé
-reconocida como hemoglobina fetal- se transforma fácilmente en metahemoglobina
y pierde su capacidad de almacenar oxígeno.
Es por ello que la espinaca se recomienda que sea
incorporada al año de edad del niño, cuando su sistema digestivo ha alcanzado
una madurez superior. Por estas mismas razones se retrasa la remolacha en su
esquema de ablactación para el duodécimo mes.
El desarrollo de la alimentación evoluciona desde la succión
del pulgar, la alimentación con cucharilla hasta la ingestión de alimentos
sólidos, de ahí que debe ser gradual y adecuada desde su nacimiento y durante
los primeros años de la vida a fin de garantizar un desarrollo feliz. La
atención a los requerimientos nutricionales diarios es indispensable para
alcanzar un pleno crecimiento y desarrollo. Los primeros meses de vida permiten
un primer contacto para identificar sabores, conocer los alimentos, sus
texturas, se marcan gustos y preferencias y se adquieren los hábitos de
alimentación que serán los responsables de garantizar o no en el futuro una
buena salud.
Pedidos o consultas a:
mejora-tuvida-hoy@hotmail.com
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