martes, 12 de mayo de 2015

Cuáles son las creencias erróneas sobre adelgazar

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Cuáles son las creencias erróneas sobre adelgazar

Creencias erróneas sobre adelgazar

Creencia 1: Para adelgazar hay que hacer una sola comida al día.

Falso. Hay que hacer desayuno, comida y cena, intercalando tentempiés (pequeña cantidad de comida que se ingiere entre horas).

Creencia 2: La fruta no engorda.

En general, engorda menos que otros alimentos, pero hay algunas frutas que sí engordan bastante, como los higos o los plátanos.

Creencia 3: Hay alimentos que adelgazan, porque "se comen la grasa" o porque se gasta más energía en digerirlos que la que dan.

No es cierto. Todos los alimentos engordan, aunque, unos más que otros.

Creencia 4: Las vitaminas engordan.

No sólo no engordan (por sí mismas), sino que son fundamentales para nuestra salud. Otra cosa es que un alimento con vitaminas engorde, pero no engordará por ellas, sino por su contenido en grasas, hidratos o proteínas.

Creencia 5: Para adelgazar, conviene no comer pan.

No es cierto, pues el pan aporta nutrientes importantes, como hidratos, fibra, proteínas y ciertos minerales. Lo que sí puede ser conveniente es reducir la cantidad ingerida, pues también aporta calorías, como es sabido.

Creencia 6: Las bebidas con gas engordan.

Si engordan, será por el azúcar que contienen, pero no por el gas, aunque éste sí que puede producir otros efectos indeseables, sobre todo en los niños, como hinchazón del estómago o flatulencia.

Creencia 7: No se debe comer entre horas, pues una determinada ingesta a media mañana engorda más que durante la comida.

Engorda lo mismo. Lo que sí puede ocurrir es que se escojan para "picar" productos más engordantes y menos sanos que los que se toman en la comida.

Creencia 8: El agua engorda

No sólo no aporta ni una caloría, sino que es conveniente y beneficioso tomarla en abundancia, al menos dos o tres litros al día. Además, llena el estómago y da sensación de saciedad. Por otra parte, es indiferente el momento en que se tome, y si es durante la comida o entre horas.

La mayoría de las dietas recomiendan beber mucha agua, unos dos litros diarios, pero hasta ahora no se había demostrado que, aparte de un efecto depurativo, ello tuviese algún resultado sobre la reducción de peso. La investigación se realizó sobre 14 personas de peso normal, la mitad hombres y la mitad mujeres, que bebieron el agua bajo estricta observación científica.

A los 10 minutos de beber medio litro de agua, los índices metabólicos de los sujetos estudiados, tanto en los hombres como en las mujeres, reflejaron un aumento de la quema de calorías que alcanzó un nivel máximo del 30% a los 30-40 minutos, comenzando luego a descender hasta alcanzar su nivel normal al cabo de varias horas.

Según el equipo dirigido por Michael Boschmann, del centro de investigación clínica Franz-Volhard de Berlín, este efecto, aunque real, no deja de ser modesto, por lo que el aumento de consumo de agua sólo debe ser considerado como un factor coadyuvante más en el marco de un plan de adelgazamiento serio. Los investigadores estiman que una persona que aumentase su consumo de agua en 1,5 litros diarios (incremento éste muy elevado), al cabo de un año habría quemado unas 17.400 Kilocalorías suplementarias, lo que supondría una pérdida de peso de 2 kilos aproximadamente. Esto es: aumentar el consumo de agua en 6 vasos supone quemar 48 Kcal más.

Este estudio descarta la creencia ampliamente arraigada entre personas a régimen, de que beber mucha agua adelgaza porque elimina grasas del organismo.

Creencia 9: Si se abandona temporalmente un régimen, hay que comenzarlo de nuevo desde cero.

No es cierto, pues basta con continuarlo, aunque no hay que despreciar los perjuicios producidos durante el abandono.

Creencia 10: Sudar adelgaza.

La costumbre de hacer ejercicio con ropa que transpire poco o muy abrigados, para sudar más, es equivocada e incómoda. Se pierde más peso, es cierto, pero sólo de agua, que se recupera en cuanto se bebe lo necesario. Únicamente el ejercicio realizado nos hace quemar calorías, con independencia de que se sude mucho o poco.

Creencia 11: A partir de los 40 ó 50 es inevitable engordar.

No es verdad; lo que ocurre es que baja el metabolismo. Si seguimos comiendo lo mismo y además reducimos la actividad física, engordaremos inevitablemente. Por eso hay que comer en cada edad lo necesario, pero no más.

Creencia 12: La sal engorda.

Tomarla en exceso produce elevación de la tensión arterial, y por eso conviene reducir su ingesta. 
Respecto al peso, hace que retengamos más agua, pero ésta no engorda.

Creencia 13: Los hidratos engordan mucho.

Por unidad de peso engordan algo menos que las proteínas, y mucho menos que las grasas.

Creencia 14: Para adelgazar hay que pasar hambre.

No es ni necesario ni conveniente, pues el hambre puede producir un efecto de rebote, y podemos tender a "darnos el atracón" tras pasar hambre. Otra cosa es la "gula", que sí habrá que controlar, sobre todo por ciertos alimentos que nos apetecen pero no nos convienen.

Creencia 15: Los anticonceptivos

La utilización de anticonceptivos orales tiene variados efectos secundarios, pero no aumento de peso, así que podremos optar por estos métodos (a expensas del criterio médico) sin temor a engordar.

Una amplia serie de estudios de la Universidad de Leiden (Holanda) y de la Family Health International (USA), podría acabar con una de las más arraigadas creencias entre las mujeres, hasta el punto de ser la principal causa para no utilizar este tipo de anticonceptivos, ya sean orales o en parche. Según la revista "Obstetrics and Gynecology", en algunos de estos estudios se comparó la evolución del peso de dos grupos de mujeres, uno que utilizó anticonceptivos orales, y otro grupo de control que tomó placebos, sin que se pudiera observar diferencia alguna de peso entre las integrantes de ambos.

La razón de la amplia aceptación de la idea, desmentida por estos estudios, de que utilizar anticonceptivos orales engorda, quizá esté en el hecho de que en algunas pacientes puede producirse una discreta retención de agua en el organismo al comienzo del tratamiento. Por otra parte, puede aumentar la confusión la contraindicación existente en el uso de estos anticonceptivos en el caso de mujeres con serio sobrepeso (en torno a un 50 % más del peso ideal), pero esto no significa, ni mucho menos, que su uso produzca este sobrepeso.

En todo caso, habrá que seguir el criterio médico a la hora de decidirse por uno u otro método anticonceptivo, pero no podremos alegar razones de mantener la línea.

Creencia 16: La obesidad se hereda

Si bien en torno a un treinta por ciento de los casos de obesidad tienen base genética, para que se manifieste dicha obesidad deben darse también ciertos hábitos o comportamientos. La identificación de los factores genéticos que concurren en cada individuo puede ayudar en la terapia para tratar su obesidad, orientando acerca de qué comportamientos debe modificar.

Recientes investigaciones dirigidas por Alfredo Martínez, Catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra, indican que, si bien muchos casos de obesidad tienen su causa en ciertos defectos genéticos, para que se manifieste dicha obesidad deben darse también determinadas conductas, como vida sedentaria, ingesta excesiva de grasas, y otras. Esta diferencia genética explicaría la razón de que haya personas que comen poco y engordan, mientras otras comen de todo y se mantienen delgadas.

La importancia de estas investigaciones radica en que abren una vía para mejorar el tratamiento de la obesidad de cada paciente, según su perfil genético. Por ejemplo, se ha demostrado que la alteración de un determinado gen (receptor adrenérgico beta 2) hace que la persona que sufre dicha alteración engorde si no hace ejercicio con regularidad. Si identificamos, pues, este defecto genético en un determinado paciente obeso, deberemos resaltar en su tratamiento le realización de ejercicio, por encima de la limitación de la ingesta de grasas, por ejemplo, ya que la causa principal de su obesidad sería la falta de ejercicio.

Igualmente, y por lo que respecta a la metabolización de los distintos nutrientes, la base genética hace que cada persona metabolice de forma diferente las proteínas, los hidratos y las grasas. Conocida esta información genética, podría recomendarse a cada paciente que limitara la ingesta, preferentemente, de uno de estos tipos de nutrientes, por ser el que más le perjudicaría en el tratamiento de su obesidad. Así por ejemplo, ya se ha demostrado que ciertas personas que sufren una mutación en el gen PPAR deben limitar la ingesta de grasas, de forma preferente a otros hábitos, para tratar su obesidad de forma más efectiva.

De cualquier manera, es mucho lo que queda todavía por investigar, pues hasta el momento se han identificado más de 300 genes (de los 30.000 que componen el genoma humano) relacionados con la obesidad: apetito, termogénesis, depósito de grasa, etc.

Creencia 17: Más calorías, más saciedad

A igualdad de calorías, la capacidad de saciar de los distintos alimentos no es la misma; si escogemos los que más sacian, la ingesta total de calorías será menor.

Mucha gente piensa que la capacidad de saciar de los alimentos es relación directa de su contenido en calorías, y que por ello es indiferente comer uno u otro porque los que menos engordan sacian menos y comeremos más cantidad de ellos, hasta consumir una cantidad similar de calorías.

Sin embargo, recientes investigaciones indican lo contrario: a igualdad de calorías ingeridas, unos alimentos sacian más que otros. De esto se deduce que hay alimentos poco convenientes para mantener la línea, pues sacian menos. Con ellos, tenderemos a ingerir más calorías, pues en general comemos hasta alcanzar un determinado nivel de saciedad.

En un experimento, diversas personas de ambos sexos tomaron la misma cantidad de calorías de distintos alimentos, y se valoró a continuación cada 15 minutos la sensación de saciedad que experimentaban. Se comprobó así que los alimentos que más sacian (recordemos, a igualdad de calorías) son aquellos ricos en proteínas (pescado, carne, legumbres). A continuación, también con una alta capacidad de saciar, los abundantes en fibra, hidratos y agua: frutas, verduras, arroz, pasta y pan. Por último, los que menos sacian son los ricos en grasas: bollería, galletas y similares.

De lo anterior podemos sacar importantes enseñanzas prácticas en orden a mantener la línea, pues parece evidente que, respetando siempre la necesaria variedad alimenticia que nos garantice una nutrición saludable, es preferible consumir más proteínas, fibra e hidratos y menos grasas, pues aquellos nos saciarán más y al final tomaremos menos calorías.













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martes, 5 de mayo de 2015

¿Qué nos aporta la banana a nuestra dieta?

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¿Qué nos aporta la banana a nuestra dieta?

¿La banana engorda?

Un alimento de gran valor nutritivo.

Aporta unas 90 calorías por 100 gramos, es rico en azúcares y apenas contiene proteínas y grasas. Muy rico en potasio y magnesio, pobre en sodio, tiene también algo de hierro, betacaroteno, vitaminas del grupo B –sobre todo, ácido fólico– y C, buena fibra y algo de vitamina E.

 La presencia de las tres vitaminas antioxidantes (A, C y E) hace que figure como ‘fruta-salud’, un poco diurética y suavemente laxante, energética y remineralizante. Por todos esos motivos, constituye una fuente de energía natural y gustosa, excelente para niños y deportistas, porque sus carbohidratos ricos en almidón se digieren muy bien cuando el plátano está maduro.

Por el contrario, cuando la fruta está verde y se consume cruda resulta muy indigesta porque tiene gran cantidad de almidón que pasa sin digerir al intestino grueso, donde fermenta y produce gases. 

Los plátanos ricos en almidón como los caribeños grandes se toman cocinados. 

Aunque se dice que engorda, este producto no se puede aceptar como alimento solitario si no se incluye en una dieta global. Desde luego, para los niños, es mucho mejor un plátano que productos de pastelería y bollería industrial, cargados de azúcares y grasas poco recomendables.

El azúcar de las frutas es fructosa, pero el plátano contiene además glucosa. No conviene a los diabéticos.

 En la actualidad, la alta cocina lo utiliza desecado, maduro y pelado para labores de pastelería y es seguro que muchos bebés habrán comido la deliciosa y nutritiva papilla de plátanos maduros con azúcar.

Los plátanos son muy ricos en hidratos de carbono por lo cual constituyen una de las mejores maneras de nutrir de energía vegetal nuestro organismo. Son muy indicados para la dieta de los niños, que precisan muchas veces de un alimento que pueda saciar su hambre rápidamente. Igualmente para los deportistas o para cualquier persona que requiera un sano "refrigerio" en cualquier momento.

Esta capacidad saciante del plátano no debe llevar a confusiones y hacernos pensar que es una fruta que engorda y que es mejor no comerla para mantener un cuerpo delgado. Evidentemente el plátano es una de los frutos tiernos que proporcionan más calorías, sobre las 100 por cada 100 gramos, lo que equivale al peso medio de un Plátano de Canarias. Este número es mayor que las 60 calorías que nos proporcionan 100 gramos de manzanas o las irrisorias 22 que nos proporcionan cada 100 gr. de la sandía, pero ¿ Quién se queda satisfecho con 100 gr. de manzana y menos con 100 gr. de sandía? ¿Cuántos quieren comer dos plátanos seguidos?

 Por lo tanto comerse un Plátano equivaldría a comerse un poco más que una manzana ya que el peso de una pieza suele ser superior a la del plátano. En todo caso pocos se han parado a pensar que 100 gr. de bollería industrial les aportan 400 calorías y sin los minerales y las vitaminas que el plátano pueda proporcionar.

El plátano no engorda

Muy al contrario, por su riqueza en potasio ayuda a equilibrar el agua del cuerpo al contrarrestar el sodio y favorecer la eliminación de líquidos por lo que resulta una fruta muy adecuada para los que quieran eliminar peso, favoreciendo los regímenes de adelgazamiento. 

Por otra parte la eliminación de agua y sodio del cuerpo resulta esencial para el tratamiento de ciertas enfermedades, como la hipertensión , la gota, enfermedades reumáticas, etc. Además el potasio es un mineral que interviene en la regulación de los líquidos y el buen estado de los nervios, el corazón y de los músculos. Favorece, pues, la recuperación en estados de nerviosismo y depresión, previene los calambres musculares, fortalece los músculos, mejora la circulación, previniendo las embolias y aumenta el ritmo cardíaco en casos de debilidad cardíaca. Su riqueza en cinc puede aprovecharse para fortalecer el cabello, ayudando a prevenir la caída. Su contenido en pectina, que es más grande que el que posee la manzana, y fibra resulta muy interesante para el tratamiento del colesterol.

Es una fruta muy digerible, rica en componentes que estimulan la digestión por lo que es muy adecuada para combatir los casos de inapetencia, entre ellos la anorexia. Sin llegar a casos tan extremos, los plátanos pueden despertar el apetito en los niños que tienen poca hambre, aun más cuando combinan con otros alimentos naturales, como las manzanas o las uvas, para realizar estupendas macedonias de frutas, muy ricas y nutritivas. Igualmente combinan muy bien con la leche, por ello tenemos la oportunidad de elaborar estupendos batidos, muy nutritivos.

Estudios realizados en la India, un país donde se come mucho plátano en forma de harina para confeccionar pan casero ( chapatis), han demostrado el poder del plátano en la prevención de úlceras gástricas y su capacidad para proteger la mucosa intestinal. Se ha comprobado como su poder protector resulta ideal para combatir la gastritis o prevenir las úlceras. Incluso puede utilizarse para la cicatrización de las mismas Para que esto sea efectivo se cree que los plátanos tienen que ser de las variedades de las grandes bananas que sirven para cocinar y que tienen que estar verdes. Hoy en día, muchas de estas bananas pueden comprarse en muchos establecimientos de forma desecada o cocinarlos, freírlos, etc.

Para aquellos con problemas de diarrea, los plátanos, ricos en taninos, pueden tener un valor astringente. Una papilla hecha con plátano puede ser una buena manera de cortar la diarrea en niños pequeños.

Otros componentes beneficiosos para desintoxicar el organismo son las vitaminas C y la vitamina A . 

El plátano es un fruto que presenta una gran riqueza de ambos. Su gran riqueza en vitamina C, combinada con su riqueza en fósforo, resulta ideal para el fortalecimiento de la mente. Comer plátanos resulta muy adecuado en las personas mayores para retrasar problemas de senilidad o en los estudiantes para aumentar la memoria, especialmente en épocas de exámenes.

En uso externo los plátanos, según la tradición popular, son adecuados para eliminar las verrugas. 

Para ello se saca la parte interior de la piel del plátano y se restrega sobre la verruga un par de veces durante una semana.

Si resulta interesante comer las grandes bananas verdes cocinadas, los plátanos deben comerse crudos cuando estén bien maduros: Mejor es que tengan algunos puntos negros sin que estos abunden en toda la superficie de la piel, lo cual indicará que ya están demasiado maduros.

 Los plátanos se recogen verdes pero maduran una vez recogidos. Es este proceso de maduración el que produce sus azúcares y sus aromas tan característicos. Cuando compremos esta fruta no debemos guardarla en el frigorífico porque pierde el sabor y se pone incluso rancio. Deben comerse una vez pelados porque se estropean muy rápidamente.

Composición del plátano por cada 100 gr.

• Maduro fresco
• Agua 74, 2 gr.
• Energía 92 Kcal
• Grasa 0, 48 gr.
• Proteína 1. 03 gr.
• Hidratos de carbono 23, 43 gr.
• Fibra 2, 4 gr.
• Potasio 396 mg
• Fósforo 20 mg
• hierro 0, 31 mg
• Sodio 1 mg
• Magnesio 29 mg
• Calcio 6 mg
• Cinc 0,16 mg
• Selenio 1,1 mg
• Vitamina C 9,1 mg
• Vitamina A 81 IU
• Vitamina B1 (Tiamina) 0, 045 mg.
• Vitamina B2 ( Riboflavina) 0,10 mg
• Vitamina E 0,27 mg
• Niacina 0.54 mg

Una banana mediana aporta 130 calorías y una manzana grande (típica fruta de dietas), tiene sólo 10 calorías menos. Además, la banana contiene potasio, un mineral muy necesario y difícil de encontrar en otras frutas.

La Dieta del Plátano

La dieta del plátano está pensada para llevarse a cabo en un plazo de quince días. En este período se pueden perder hasta 6 kg. No es recomendable alargarla más de este tiempo por dos razones; puede caer en deficiencias nutricionales y además es un poco monótona por lo que existe el riesgo de saltarse las normas e ingerir más calorías de las debidas.

Menú de la dieta

El menú de esta dieta se basa en la combinación de los plátanos con otros alimentos como leche desnatada, verduras, queso, ensaladas, huevos y carnes de ave.

•Desayuno: un vaso de leche desnatada, una tostada con queso fresco y uno o dos plátanos.
•Comida: una pechuga de pollo con ensalada y uno o dos plátanos.
•Cena: un huevo pasado por agua, un plato de verduras y uno o dos plátanos.

Opinión de los especialistas

Los plátanos cuentan con la propiedad de ser un alimento muy saciante, por tanto si come dos plátanos le quitará el apetito y no será necesario comer mucho más. De esta manera el número de calorías consumidas es mucho menor que en otras dietas con mayor variedad de alimentos.

A largo plazo no es la mejor manera de perder peso, ya que es una dieta muy rica en glúcidos pero pobre en lípidos esenciales. Si se prolonga en el tiempo probablemente su organismo padezca carencias nutricionales.


Se trata de una dieta hipocalórica, rica en carbohidratos y proteínas pero escasa en grasas y estas son necesarias para el organismo; una buena dieta debe contener un 30% de su valor calórico en forma de grasas.








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